No ocurre a menudo que dos horas en el cine pasen como un rayo. Hasta Spock, personaje caracterizado por la frialdad de la razón y la lógica, se deja llevar por la emoción y la adrenalina que mueve al nuevo y lujoso Enterprise. El productor, director y guionista (y lo que haga falta) J.J. Abrams tenía la tarea de reiniciar la saga de 'Star Trek', con la idea de atraer al mayor público posible, componiendo, a partir de los elementos más reconocibles de la obra de Gene Roddenberry, un blockbuster de éxito que pusiera los cimientos para futuras continuaciones.
J.J. Abrams, creador de series tan famosas como 'Alias' o 'Perdidos' (y de 'Felicity', como le gusta recordar, por ser muy diferente a lo demás que ha hecho), ya demostró que podía encargarse de manejar un proyecto de gran envergadura y ofrecer una estupenda película de entretenimiento cuando se hizo cargo de 'Misión imposible 3', su debut como director de cine. Con su segundo trabajo, Abrams vuelve a revelarse como un hombre que entiende perfectamente los gustos del público, así como un realizador habilidoso para crear espectáculo, sin olvidarse de los personajes que protagonizan la historia.
Porque este profesional multiusos cree firmemente que son los personajes, y su destino, lo que importa verdaderamente al espectador. Por eso, una película como ésta, que empieza de nuevo, que incluso podría catalogarse de precuela (técnicamente es al revés, sería una secuela, gracias a una inteligente estrategia), cuyo eje es la presentación de los protagonistas de la saga, resultaba un producto ideal para él. De esta forma, en 'Star Trek' (2009) asistimos a cómo los jóvenes tripulantes de la Enterprise comienzan a asumir sus roles dentro de la nave, enfrentándose (antes y después) a múltiples retos, tanto internos como externos, representados por el imprescindible malo malísimo (un irreconocible Eric Bana).
También Abrams se declara el individuo ideal para el trabajo cuando se le recuerda, maliciosamente, que dijo que nunca fue fan de la serie televisiva ni las películas de 'Star Trek'. Precisamente, señala él, por esa razón le fue más fácil enfrentarse al reto de renovar la franquicia, de desmontar la creación de Roddenberry y componer algo nuevo, una película que, sin ser irrespetuosa, resultase atractiva para todos los públicos, fans y no fans.
Me parece indudable que esto se ha logrado. La película contiene detalles y guiños para los trekkies, pero son eso, pequeños gestos para los fans, puestos ahí sin que interfieran en la trama, sin que tengan una importancia tal que sólo los que sepan detectarlos y descifrarlos, entiendan la película. De hecho, y aunque hay que reconocer que los guionistas (Alex Kurtzman y Roberto Orci, que sí es un fan declarado) han puesto empeño a la hora de confeccionar un argumento que respete las constantes del original, la película es tan simple que ningún niño va a perderse en el juego de realidades alternativas y viajes interestelares.
Aunque esto suena mal, o injusto, lo cierto es que 'Star Trek' es del tipo de películas que pierden mucho cuando te pones a pensarlas y discutirlas. Están hechas para ser vistas con el intelecto relajado, dispuestas para funcionar a toda máquina y que no tengas un segundo para detenerte a pensar si lo que ves tiene algún sentido. No me refiero, por supuesto, a elementos como los viajes más rápidos que la luz o el teletransporte (de varias personas e incluso a una nave en movimiento), puesto que sí tienen una lógica dentro del universo de la película.
Pero que un personaje sea expulsado de una nave, caiga en un planeta donde es atacado por monstruos (uno de ellos calcadito al de 'Cloverfield', por cierto), encuentre una cueva, sea ayudado por otro personaje crucial en la trama (no diré más), y que ambos vayan a refugiarse a precisamente el sitio donde otro personaje esencial va a ayudar al primero a volver a su sitio… es absolutamente inverosímil. Lo mismo que el plan del villano, o los continuos cambios de mando en la Enterprise, o que todos a bordo sean tan jóvenes. Sobre esto último, me viene a la mente 'Battlestar Galactica' y no hay color entre la credibilidad de una y de otra.
Tampoco es que sea tan importante, que nadie me entienda mal, sólo pretendo dejar claro qué me parece que es 'Star Trek', con sus puntos fuertes y débiles. Por supuesto, y ahí abajo está la valoración en forma de estrellitas, me quedo con lo bueno, con la apuesta por la acción trepidante, el humor y los efectos especiales, por un reinicio de la saga que bebe descaradamente de 'Star Wars' (de ésta sí es fan Abrams, al que empiezan a llamar el nuevo George Lucas) para ofrecer un espectáculo vertiginoso y divertidísimo (imposible no reírse con la secuencia de las manos gigantes). Destacar también la labor de Michael Giacchino con la banda sonora y el extenso reparto, encabezado por un Chris Pine (Kirk) muy acertado y un fantástico Zachary Quinto (Spock), en mi opinión, el mejor actor de la película.
Las cifras suelen hablar por sí solas, cuando la cuestión del público se pone sobre la mesa, y podríamos decir que 'Star Trek' ha logrado su objetivo, pero conviene esperar un poco. A la segunda semana. Los productores miran eso. Por eso uno de los guionistas de 'Watchmen' escribió una carta pidiendo a los fans que fueran al cine, otra vez, en masa, a ver la película pasada la semana del estreno. Mirad lo que ha pasado con 'X-Men orígenes: Lobezno', un primer fin de semana fantástico y al siguiente su recaudación ha bajado como la espuma, casi un setenta por ciento. Todo apunta a que con 'Star Trek' va a pasar algo muy diferente. Otro éxito de J.J. Abrams, esperamos con ilusión su tercer largometraje.
Otra crítica en Blogdecine:
'Star Trek', un nuevo comienzo